Álvaro, al igual que hiciera con 'El disco blando', sigue ahondando en los sentimientos de las personas con su cuarta colaboración en este espacio. El relato se titula 'Tristeza, que no melancolía' y es la última aportación del periodista de Villaviciosa de Odón antes de disfrutar de la visita de Metallica a España. Gracias, Álvaro.
Tristeza, que no melancolía
En aquellos momentos se sentía el hombre más desdichado del mundo y no sabía por qué. Bueno, sí lo sabía pero no le parecía, como poco, justo el sentirse así. Mirando a su alrededor y más allá comprendía que las penalidades de otros eran mayores que las suyas. Sin embargo en aquellos instantes, no lograba borrar la idea de su mente que era preferible, por ejemplo, el vacío del estómago al del corazón. Sabía que era un egoísta, un insensato, y que una semana sin alimento ni comodidades le quitaría tanta tontería de la cabeza. Maslow y su puta pirámide tendrán razón finalmente, se decía.
Pese a todo, él seguía erre que erre, enfrascado en su pena y buscando racionalmente un consuelo a la misma. Seguramente ése era su error. En temas sentimentales, las comparaciones suelen ser inútiles porque las situaciones en casi todos los casos son distintas y las actitudes del enamorado o de la enamorada y/o la de ellos dos en conjunto suelen serlo también. El conocer rupturas de pareja con varios años de noviazgo a la espalda le hacía ver lo anecdótico de su postura, lo cómico de su tristeza, pero no le servía de nada. Él continuaba sintiéndose así, aunque fuera en la intimidad. En público no se sentía en el derecho de dar la impresión de que lo afectaba, por supuesto mucho menos delante de personas que hubieran sufrido los casos anteriormente citados. Es lo normal, y no lo tuyo, se convencía a sí mismo.
Al fin y al cabo, estos nuevos solteros lo que sentían era melancolía, recordando tiempos mejores, y desdicha, unida a la frustración por la probable imposibilidad de la repetición de aquellos inolvidables momentos en el futuro y el avance de los mismos. A él le resultaba patético que ese sentimiento se le pasara por la cabeza, aunque de todas maneras lo hacía. ¿Por qué razones añoraba el pasado?, ¿por qué momentos? ¿Por las miradas furtivas?, ¿por sus sonrisas?, ¿por el tonteo (al menos por su parte)?, ¿por las discusiones? Excusas baratas. Le daban vergüenza comparadas con las de sus vecinos.
Y cada vez más según iba transcurriendo el tiempo, observándolo todo con la distancia como acusación particular. Él sentía que lo único que podía hacer era defenderse pero sus argumentos no sonaban todo lo convincente que deberían.
Le resultaba un consuelo de tontos rajar sobre ella y su conducta. Es más, le hacía encontrarse peor consigo mismo dado lo irracional de su postura, inepto por no poder arrancar el sentimiento de su alma.
Sólo un episodio le resultaba digno de tildarse como melancólico: el del beso. Un beso premeditado y no robado al ser facilitado por la casera. Un primer, último y único contacto labial. Cree que sincero en parte porque según piensa, no era lo que más deseaba ella pero desde luego tampoco era lo que más aborrecía. En otras circunstancias, con otro pasado...quién sabe, menos este narrador que no comprende la óptica femenina. Y en este extraño caso no podía ser de otra forma.
En su defensa (de ella) esgrimir que no conocemos sus pensamientos, únicamente sus actos, mientras que del protagonista sabemos ambos, llegados a mi persona a través de su confesión. Su visión, por lo tanto. Quizá por ello adulterada la realidad, o mejor, la imparcialidad. Créanse lo que estimen oportuno.
Después de aquello, poco más que comentar. Unas pocas palabras cruzadas, algún que otro roce nuevo y una invitación por parte de ella para verse. Como la propuesta nació a través de un mensaje de texto, la pelota está ahora en el tejado masculino. ¿Quieren mi opinión? Llamará seguro. No hay razones para lo contrario, quedaría mal si no lo hiciera y según mis deducciones, a él le apetece verla aunque en cierto modo le atemorice la idea. Y hasta aquí puedo escribir, al menos sobre los hechos.
Para terminar esto, me ha venido a la mente una frase de nuestro amigo pronunciada en la última charla que tuvimos “No sé si estoy triste por la historia en sí o por hacer de esto un mundo, que por los acontecimientos no lo merece y menos aún por su actitud”. Pero qué quiere, pensé yo, si ha sido su mundo estos últimos meses. No me atreví a decírselo, por supuesto.
Álvaro.
PD: Sin corazón, por miedo a que alguien se lo robara para siempre.
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Joder Alvarito, manda curriculum a la editorial Jazmín. Tomare nota de lo redactado para estar sobre aviso con mi "PerroFlauta"
ResponderEliminarVaya rapero de palo, que abandona el Culuta Urbana para ir al Metalic Festival ese, asi no Alvaro.
"Dejota" Gilí, tenemos que sacarle una novia a Alvarin ya!
Muy bueno Alvarín. Sigue el consejo de torni... Por cierto torni, una novia para alvarín sí, pero ¿para ti? ¿No juega hoy el Depor el partido de vuelta del play-off? jaja.
ResponderEliminarNada, nos pondremos a ello: hay que buscar una 'siete y medio' para Alvarín y una perri para el torni.
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