Aniversario Necio

viernes, 9 de mayo de 2008

El disco blando

De Calamonte a Villaviciosa de Odón. Álvaro, periodista con una excelente capacidad analítica y un futuro prometedor, inaugura la sección 'monólogos en voz alta'. Un espacio en el que se podrá expresar los pensamientos más diversos, las filosofías vitales, sean las que sean. Álvaro recurre a su pasado más cercano, a sus veinte años, a sus preguntas sin respuesta más habituales.

EL DISCO BLANDO

Que frío suena todo lo relacionado con la informática y las nuevas tecnologías. Será porque siempre lo asociamos a una dictadura de lo racional, a una carencia total de sentimientos. Digo yo. Como todos sabéis, un disco duro es un soporte donde puedes almacenar limitada información, dónde lo que no interesa puede eliminarse o unos datos pueden ser sustituidos por otros con un simple golpe de ratón. Nuestra vida sería mucho más sencilla si el cerebro funcionase así; administrándose racionalmente y eligiendo lo que guardar o no, lo que realmente fuera útil para nuestro organismo. Además significaría tener menos trabajo. Y que de igual manera sucediera con los pensamientos y los sentimientos. Yo lo dividiría, ahora mismo, de este modo: 25% a la familia, 25% a mis amigos de siempre, 25% a mis amigos de la facultad y 25% a las mujeres, a ellas o a ella según sea vuestro caso. En el 50% referido a la amistad debo incluir las aficiones y en el de las mujeres cada uno debe elegir el sexo por el que se sienta atraído, yo lo tengo claro.
Los porcentajes podrían variar en determinadas situaciones pero creo que en esencia no quedaría mal de este modo. Sin embargo ¡qué predecible y utópica sería nuestra existencia! No digo aburrida porque ¿qué mejor plan hay que pasar media vida con tus amigos? Pasar un cuarto de tu vida con la persona que te gusta. Llamadme bragas, en parte todos lo somos y debe ser así. Todo esto entra en dilema por supuesto con el tiempo y nuestras necesidades. Hay que dormir, comer, trabajar… no lo he olvidado aunque aún no le he encontrado acomodo en el universo ideal, seguiré pensando. Pero mientras lo pienso no para de venirme una idea a la mente: ¿Qué significaría pasar seis horas cada día con la persona que más te importa por el resto de tu vida? No sé si el amor eterno existe, no tengo años para saberlo, así que aplicadlo cada uno a vuestra concepción y al número de hombres y mujeres que consideréis oportuno. Sigo pensando…qué bonito sería pasar seis horas con ella en la cama. Sin dormir, hablando, mirándola y por supuesto todo lo demás. No he sido tan afortunado de vivirlo de este modo literalmente. Ya os contaré (o no) mis impresiones cuando pase.
Como para bien o para mal (creo que para lo primero aunque los buenos momentos duren tan poco normalmente) nos encontramos en un mundo en el que la razón y el corazón luchan constantemente por vencer y en ciertas ocasiones lo hace este último, mis porcentajes se vienen completamente abajo. Tanto en lo temporal como en lo mental.
Como a lo largo del día se pierden tantos momentos no pueden dedicarse (siempre hablo de mí) el tiempo que me gustaría a cada uno. Lo bueno de ahora es que tengo una ventaja: un 25% lo tengo libre. Y lleva así un tiempecillo ciertamente. Menos preocupaciones, más tiempo libre para el resto. En este sentido guay entonces. Más o menos (la perfección no existe), los grupos están equilibrados aunque en ciertos momentos, por algún motivo, siempre hay alguno, que la balanza tienda hacia cierto lado. Conclusión: organizándose puede compaginarse todo, o casi todo. Genial, como digo.
Veamos lo otro. Y es aquí dónde entra mi dolor y, por lo tanto, mi miedo. Tus actos pueden ser medidos y administrados hasta cierto punto porque siempre alguien te coloca y te influencia, ya sea la sociedad, tus jefes, tú mismo…quién sea. Pero la mente es ingobernable. Se la sudan los porcentajes, la circunstancia, el tiempo, que llueve o que truene. A su bola en todo momento. Ya puedes tener un examen a tres días vista del que no tienes ni idea (aplicadlo a las preocupaciones que tengáis cada uno, ésta es la que a mí me coge más próxima) que los grupos que no deberían aumentar en importancia, lo hacen de manera irremediable. Los grupos o el grupo, ellos o ella. Mi cerebro (o mi corazón) siempre tiran hacia ese porcentaje que pretendo sea minoritario y que de la manera más inexplicable, va ganando terreno.
No le hace falta gran cosa. Un gesto, una mirada, un detalle, la indiferencia, es siempre suficiente. Menos mal que el resto también cuentan con un ejército que hacen retroceder al “odiado”, aunque sea momentáneamente, ciertamente como las incursiones de éste, temporales como todo. Es como un virus. Lo intentas borrar pero el cabrón está siempre jodiéndote, casi te inhabilita para hacer tus tareas y de un modo destacado las condiciona.Llevo unas cuantas líneas pensando en que tengo que matar esto. No me va a generar ningún provecho y, además de dormir, tengo que hacer un trabajo mañana y el tiempo aprieta. La pereza vence a casi todas las cosas. Me acuesto pensando y después de escribir todo esto que, pese a que habrá más noches jodidas como ésta, celebro no tener un corazón amueblado ni una mente informatizada.

Álvaro.

1 comentario:

  1. Esperemos que nunca reinicies, ni tengas que dar a escape... un abrazo, compañero.

    ResponderEliminar

Secciones

Archivo del blog