Este blog no nace de la necesidad de tener que contar mi vida, ni mis impresiones, ni mi filosofía existencial. Sólo nace por la necesidad de matar el tiempo libre, ese vacio que la sociedad consumista nos prohibe con gimnasios, clases de baile y macramé. Internet nos crea adicción y nosotros utilizamos esa adicción para contar nuestra miserias desde Siberia hasta el Tibet. Las mías son muchas, casi todas las habituales: el cine, la música, la literatura, el mundo en general.
Los Necios Se Conjuran pretende ser un sanedrín amistoso donde los que me rodean puedan expresar lo que sienten, siempre y cuando ellos quieran colaborar en la mayor medida posible. Aunque con unas directrices claras:
-La década de los 80 fue la mejor, cultural y deportivamente.
-La sociedad establecida no permite desarrollarse al veinteañero mileurista.
-La única revolución posible es la del ser humano. La única revolución posible es la del sentido del humor.
Oficialmente queda inaugurado Los Necios Se Conjuran
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Gracias por abrir este espacio. Intentaremos hacer la revolución, con una sonrisa en la boca y una razón en el corazón. Creo que podemos conjugar las dos cosas sin demasiada dificultad. A ello nos pondremos.
ResponderEliminarDe nada. La sonrisa ya la tenemos y la razón la encontraremos. La revolución es nuestra misión.
ResponderEliminar¿Lo único que no entiendo es por qué esa insistencia con los "maravillosos 80" como telón de fondo? ¿Que pasó en los 80 además de Naranjito?
ResponderEliminarBueno, anónimo, supongo que Naranjito por si solo ya es una buena excusa para que los 80 fueran maravillosos. Un saludo.
ResponderEliminarPor desgracia, somos revolucionarios mientras no tenemos nada que conservar.
ResponderEliminarPuede que lleves toda la razón, Dani, pero creo que la revolución no es un antónimo de conservación, sino más bien un sinónimo de evolución, de madurez, de, en definitiva, ser mejores personas. Un abrazo.
ResponderEliminarParafraseando a Jake y Elwood: "estamos en una misión de Dios"
ResponderEliminar...pero no comparto lo de los gimnasios, esas factorías de carne dura para gusanos exigentes.
ResponderEliminarLa misión, coronel, es divina desde su gestación. Abajo los gimnasios, la verdadera lección está en la calle.
ResponderEliminarLos gimnasios son lugares de evasión. Especialmente las duchas cuando entra un pechopalomo detrás de ti.
ResponderEliminarMi coronel, oculta algo?? Hay alguna cosa que intente sacar a la luz? Quizá el ejemplo del pecho palomo sea precisamente un aspecto más de la idea principal que trata este epílogo.
ResponderEliminarSoldado. Siempre dije que deseo que la muerte me encuentre cantando. Si te sorprenden por la retaguardia, relájate y disfruta de la emboscada. Lucha si quieres pero nunca, repito, nunca, te opongas a lo inevitable, y menos aún si lo inevitable es la misma muerte.
ResponderEliminarCoronel, qué le pasó en Vietnam? Dígalo, sin problemas. En su Vietnam no hubo prostitutas, verdad? Sólo algún que otro soldado raso, verdad?
ResponderEliminarVietnam fue un infierno, lo reconozco. Todo era confuso allí... La selva, el calor... Martin Sheen buscando a Kuntz... Esas olas para surfear...
ResponderEliminarDaremos las gracias a Francis Ford por habernos dejado surfear con las olas.
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