Aniversario Necio

jueves, 4 de diciembre de 2008

Sobre Pamplona (Veinte años Klandestinos)

(Fotos: Daniel López)





Seguimos celebrando en este espacio el vigésimo aniversario de la charanga Klandestinos. Así que os dejo la segunda entrada de 'Veinte años Klandestinos', unas historias basadas en hechos reales que salen de la cabeza de Dani. Gracias, Dani.







SOBRE PAMPLONA (14/07/07).



Año 2007. Pamplona, la fiesta de San Fermín está agonizando. El chupinazo de hace una semana es casi un recuerdo. Los encierros ya han concluido y, aunque las calles están llenas, los cuerpos están para pocos trotes. Eso sí, a nosotros las ganas de hacernos notar no nos la quita ni Dios. Para ello, en cuanto aparcamos los coches, montamos instrumentos y nos dirigimos tocando hasta la puerta del Hotel Maisonnave. Las personas que nos cruzamos se quedan alucinadas, como pensando ¿qué se les ha perdido a estos por aquí?. El caso es que, poco a poco, vamos haciendo corro y, una vez que nos hemos presentado ante los organizadores del concurso de charangas, marchamos hasta la Plaza del Castillo, atravesando la Plaza del Ayuntamiento y parte de la famosa Calle de la Estafeta. Nosotros a lo nuestro, tocar y tocar y ya hay gente que nos sigue por donde vamos. Muchos son los que se acercan a agradecernos nuestra presencia y refrescados los gaznates vamos hasta el Maisonnave a prepararnos para actuar.



- Lo mismo hasta ganamos –dijo Yoyo, que pese a ser un poco gruñón, de vez en cuando saca una vena optimista.



En estas Joan se rasca el mentón sin afeitar y mira de reojo a Beto. Lo duda mucho, aunque no dice ni pío. Lo cierto es que somos un poco tocapelotas, pero todos estamos convencidos de lo que hacemos y, aunque remota, teníamos cierta esperanza: para cojones, los nuestros.



- ¡Nos toca ya!, ¡poned Bohemian!.

- Pues yo juraría que lo tenía.



Llevo años tratando de demostrar a las autoridades competentes, es decir a mi mujer y a los otros klandestinos, que me he rehabilitado, pero hasta el momento no he tenido suerte, pese al empeño que en ello llevo puesto.



- No me lo creo.

- Pues créetelo, he olvidado los papeles.

- Estás de vacile.

- ¡Por los cojones!.

- Chico, de verdad, no dejas de sorprenderme.

- Pero si va a salir de puta madre.

- Claro, porque los demás sí llevamos los papeles. Como fuésemos todos como tú...

- Pero es que todos somos distintos, ahí está la riqueza y yo aporto inocencia, tranquilidad, vamos que tengo mi aquel.



A mis espaldas oí resoplar a Josu.



Quiero dejar aquí bien sentado que no tengo muy perfilados los planes, pero es probable que me enrole en un barco y me marche a Australia. Allí puedo emprender una nueva vida e incluso adquirir, si la suerte me es propicia, un cierto barniz de respetabilidad.



- ¡Dejaos de discusiones, nos toca!.



A pesar de los problemas comunes y de los que a cada uno en particular por razones de sexo, condición o circunstancias le afligían, todo salió a pedir de boca.



Una ovación cerrada premió nuestra actuación.



- Hostia, coño –exclamó un gigantón rubio despatarrándose en una silla de plástico en medio de la calle.

- ¡Puta madre!.

- ¿Le ha gustado?.

- Cojonudos, de verdad. No había oído nunca a una charanga hacer versiones como las vuestras. Sin embargo...

- Sin embargo ¿qué?.

- Pues que por aquí son muy tradicionales y, aunque creo que nadie hace lo que vosotros, se llevará el premio alguna charanga de Navarra.

- Seguro que sí, pero nosotros nos hemos quitado ya el gusanillo de venir.



Por lo pronto, mientras mis compañeros recibían las felicitaciones y otra charanga se preparaba, yo ya andaba metido entre butifarra, pimientos, lomos y alcachofas.



- Ha llegado el momento de comer –se dio cuenta Zayas.

- Para mí hace un rato que ya llegó.

- Ya te veo.



Cuatro horas después, ya mediada la tarde, habíamos comido y, sobre todo, bebido. Zayas, Yoyo y Joan se habían marchado muy pronto, nada más dejar vacíos los platos. Los demás sin prisa y con mucho calimocho en el estómago recorrimos las peñas de la ciudad.



Cuando llegó esa hora en que los que tienen que merendar meriendan y los que no tienen hambre beben, decidimos dejar de torturar nuestros cuerpos y acercarnos a ver la salida de las peñas de la plaza de toros. Estaba cayendo la tarde y, como es costumbre, los peñistas acompañaban a las charangas borrachos como cubas. En nuestro caso, unos bocatas y buenos tragos de agua ayudaron a equilibrar nuestros organismos. Olmeda, recién levantado de una larga siesta, se unió al grupo para animarnos a abandonar Pamplona de regreso a Guadalajara y no tardó mucho en convencernos. No terminaba de esconderse el sol y recostados en los asientos de la furgoneta, algunos profundamente dormidos, despedíamos a San Fermín y sus fiestas.



Para nosotros la experiencia había sido inigualable, ya está, no necesitábamos más, pero varios días después recibimos la buena noticia de haber obtenido el premio especial del jurado. Ya lo podíamos decir, Los Klandestinos habían dejado su huella en Pamplona, en plena fiesta de San Fermín.



Dani.



PD: De Dani: "Cuando llegó esa hora en que los que tienen que merendar meriendan y los que no tienen hambre beben".

3 comentarios:

  1. Y dónde no dejáis vuestra huella si sois los mejores???... Se te olvidaron los papeles del 'Bohemian Rhapsody'???... Menos mal que esa canción te la tienes que saber ya de memoria... jajaja...

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  2. Grande Dani.Que buen recuerdo.

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  3. Por cierto soy el Jorge, vicepresidente del club de fans del Tato.

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