Vale la pena

¿Cómo se titulaba aquel éxito pop de los años 80? Es lo primero que pensó mientras se encendía otro cigarrillo. Ella apenas le miraba. Se tocaba su largo pelo rizado y hablaba sobre datos intrascendentes de su ex novio. De su recién estrenada vida alcohólica y ninfómana de soltera. Sin apego a nadie, sólo con un largo rastro de ron con cola y corazones destruidos.

Él no la creía tan superficial. Tan niña. Tan imbécil. Tan consciente de ser una chica guapa y querer a toda costa esconder su más que interesante personalidad. Por eso no entendía su afán de protagonismo. Su sexual deriva hacia disminuidos psíquicos universitarios que bailaban al ritmo que ella les marcaba. Recapacitó sobre ese pensamiento y sintió envidia de que su época ya hubiera pasado. De que estuviera en un punto totalmente diferente al de ella.

Sintió que realmente tampoco tenían tantas cosas en común, que probablemente ella le hubiera engañado al contarle sus anhelos e inquietudes. Un amor falso que ahora le comía la cabeza, que le obligaba a regresar a las interminables borracheras de inútiles intentos de comprensión. A escribir decenas de relatos catársicos.

Pero, valoró ese instante. Sólo el momento. Y no renunció a sentirse pleno. Porque creyó conveniente que en ese instante fue feliz. Y no pensó en nada más. Y no quiso saber más. Se quedó con el momento. Lo saboreó. Lo disfrutó. Y lo vivió. A sabiendas de que nunca más se volvería a repetir. A sabiendas de que no volvería a tenerlo con ella nunca más.

Kip.

PD: Has sustentado tu existencia defendiendo a ese imperio falso.