(Foto: http://www.lonelyreviewer.com/)
Álvaro, en su misión de convertirse de largo en el mayor colaborador de este espacio, me manda la reseña del concierto que realizó Metallica el pasado sábado noche en Getafe. Yo, antes de que todos podamos disfrutar con el ártículo de Álvaro, os pongo un link de youtube con una de las canciones más famosas del grupo estadounidense. Gracias, Álvaro, con gente como tú este blog nunca perecerá.
El link:
MARIONETAS ENFERVORIZADAS
Apoteósico espectáculo el producido por Metallica este pasado sábado, o casi mejor dicho el domingo, en la localidad madrileña de Getafe. No quiero decir eso de que los viejos rockeros nunca mueren, ni que lo bueno mejora con el tiempo porque esta era la primera vez que veía a la banda americana en directo, pero sí me atreveré a afirmar que si han perdido comba con respecto al pasado, no lo han podido hacerlo en demasía. Del éxtasis musical, que rozó las dos horas, pueden dar fe los miles de aficionados (no hay cifras oficiales de afluencia del sábado) que llenaron el escenario principal del auditorio John Lennon.
La actuación comenzó unos minutos antes de las doce y estuvo precedida, al menos en mi caso, por las miradas al cielo. En mi pueblo, situado a unos 25 kilómetros de Getafe, había llovido y granizado incesantemente hasta más o menos las siete de la tarde. El temor era claro. Más que el dinero, que era bastante, temía perder una oportunidad, ese privilegio. Así consideraba poder ver al grupo liderado por James Hetfield. No quería perder la sensación de sentirme por un día casi un gruppie de una banda legendaria, de las que influyen en una (o en este caso varias) generaciones y que sin duda marcarán un hito en la historia del rock, en general. En el heavy concretamente, la huella aún será más honda. En mi mente, su recuerdo en la noche que separó mayo y junio de 2008 quedará imborrable. No olvidaré tampoco que las nubes no quisieron deslucir el espectáculo. El suelo de Getafe no tuvo una gota que secar aquella tarde-noche.
Metallica no es mi banda favorita, tampoco conocía el título de todas las canciones que sonaron. No importó. Desde los primeros acordes quise disfrutar y capturar cada momento, pese a estar más embutido y apretado que en ningún otro concierto que recuerde. El “palillero” a estrenar que parecía el John Lennon me impedía la casi total visión del escenario. Mis punteos de guitarra imaginaria se intercalaban con saltos, siseos y miradas a las pantallas. También ligeramente hacia atrás porque, en la zona del control de sonido y en una tribuna superior privilegiada, se encontraban Ernesto Alterio, Luis Tosar y Javier Bardem. Pura curiosidad y ganas de cotillear. Desconozco si ha influido o no Hollywood pero el recientemente oscarizado vocalizaba, creo sin fallo, muchas de las letras de la banda. En cualquier caso, disfrutó lo suyo sin duda.
El concierto avanzaba entre canciones del disco que los norteamericanos sacarán en septiembre, temas de antiguos discos y clásicos como Fuel o Sad but true. Hasta que llegó Master of puppets. Durante todo el concierto pero especialmente en esta canción, Metallica demostró que las marionetas también pueden moverse sin hilos. Bastó con una batería, dos guitarras, un bajo y un micrófono. Hetfield y los suyos manejaron con un sonido contundente y una actitud envidiable a todo ese público encantado de obedecer a sus maestros. Mi sensación particular: podía tachar una de las cosas que necesitaba hacer en mi vida. Todavía me queda mucho por hacer, no obstante. Fue sin duda una de las canciones más coreadas, quizá junto al tema más conocido de la banda, Nothing else matters, que interrumpió momentáneamente los grandiosos y medidos chillidos para dar paso a una música más salida del corazón que de las cuerdas vocales o el cerebro.
La “fiesta salvaje” continuó entre clásicos como One, que contó con una puesta en escena increíble de fuegos artificiales y llamaradas, o Enter Sandman. Los aficionados queríamos más y tras ser vitoreados tras una supuesta última canción, los gritos de “Metallica, Metallica” y “otra” hicieron regresar al escenario a los estadounidenses. Evidentemente, hubieran regresado de todas maneras pero hacerlo así le añade un aliciente de emoción, sensación de improvisación. Al fin y al cabo, fortuna y privilegio. Tres temas más, con un potentísimo Seek and destroy como remate casi final, cerraron un repertorio al alcance de pocas bandas. Por calidad. Por fuerza. Por derroche. Hasta se atrevieron con el castellano en algunos momentos. No para dar un agradecimiento en el epílogo del show que sonó realmente sincero de una banda que, como cualquier otra pero que en los grupos de rock se hace más evidente, cosecha una parte importante de su éxito y prestigio con sus directos. No me defraudaron. Corrijo. A mí el domingo me ganaron.
Apoteósico espectáculo el producido por Metallica este pasado sábado, o casi mejor dicho el domingo, en la localidad madrileña de Getafe. No quiero decir eso de que los viejos rockeros nunca mueren, ni que lo bueno mejora con el tiempo porque esta era la primera vez que veía a la banda americana en directo, pero sí me atreveré a afirmar que si han perdido comba con respecto al pasado, no lo han podido hacerlo en demasía. Del éxtasis musical, que rozó las dos horas, pueden dar fe los miles de aficionados (no hay cifras oficiales de afluencia del sábado) que llenaron el escenario principal del auditorio John Lennon.
La actuación comenzó unos minutos antes de las doce y estuvo precedida, al menos en mi caso, por las miradas al cielo. En mi pueblo, situado a unos 25 kilómetros de Getafe, había llovido y granizado incesantemente hasta más o menos las siete de la tarde. El temor era claro. Más que el dinero, que era bastante, temía perder una oportunidad, ese privilegio. Así consideraba poder ver al grupo liderado por James Hetfield. No quería perder la sensación de sentirme por un día casi un gruppie de una banda legendaria, de las que influyen en una (o en este caso varias) generaciones y que sin duda marcarán un hito en la historia del rock, en general. En el heavy concretamente, la huella aún será más honda. En mi mente, su recuerdo en la noche que separó mayo y junio de 2008 quedará imborrable. No olvidaré tampoco que las nubes no quisieron deslucir el espectáculo. El suelo de Getafe no tuvo una gota que secar aquella tarde-noche.
Metallica no es mi banda favorita, tampoco conocía el título de todas las canciones que sonaron. No importó. Desde los primeros acordes quise disfrutar y capturar cada momento, pese a estar más embutido y apretado que en ningún otro concierto que recuerde. El “palillero” a estrenar que parecía el John Lennon me impedía la casi total visión del escenario. Mis punteos de guitarra imaginaria se intercalaban con saltos, siseos y miradas a las pantallas. También ligeramente hacia atrás porque, en la zona del control de sonido y en una tribuna superior privilegiada, se encontraban Ernesto Alterio, Luis Tosar y Javier Bardem. Pura curiosidad y ganas de cotillear. Desconozco si ha influido o no Hollywood pero el recientemente oscarizado vocalizaba, creo sin fallo, muchas de las letras de la banda. En cualquier caso, disfrutó lo suyo sin duda.
El concierto avanzaba entre canciones del disco que los norteamericanos sacarán en septiembre, temas de antiguos discos y clásicos como Fuel o Sad but true. Hasta que llegó Master of puppets. Durante todo el concierto pero especialmente en esta canción, Metallica demostró que las marionetas también pueden moverse sin hilos. Bastó con una batería, dos guitarras, un bajo y un micrófono. Hetfield y los suyos manejaron con un sonido contundente y una actitud envidiable a todo ese público encantado de obedecer a sus maestros. Mi sensación particular: podía tachar una de las cosas que necesitaba hacer en mi vida. Todavía me queda mucho por hacer, no obstante. Fue sin duda una de las canciones más coreadas, quizá junto al tema más conocido de la banda, Nothing else matters, que interrumpió momentáneamente los grandiosos y medidos chillidos para dar paso a una música más salida del corazón que de las cuerdas vocales o el cerebro.
La “fiesta salvaje” continuó entre clásicos como One, que contó con una puesta en escena increíble de fuegos artificiales y llamaradas, o Enter Sandman. Los aficionados queríamos más y tras ser vitoreados tras una supuesta última canción, los gritos de “Metallica, Metallica” y “otra” hicieron regresar al escenario a los estadounidenses. Evidentemente, hubieran regresado de todas maneras pero hacerlo así le añade un aliciente de emoción, sensación de improvisación. Al fin y al cabo, fortuna y privilegio. Tres temas más, con un potentísimo Seek and destroy como remate casi final, cerraron un repertorio al alcance de pocas bandas. Por calidad. Por fuerza. Por derroche. Hasta se atrevieron con el castellano en algunos momentos. No para dar un agradecimiento en el epílogo del show que sonó realmente sincero de una banda que, como cualquier otra pero que en los grupos de rock se hace más evidente, cosecha una parte importante de su éxito y prestigio con sus directos. No me defraudaron. Corrijo. A mí el domingo me ganaron.
Álvaro.
PD: Tan sólo hizo falta cervezas e ilusiones.
deejay habla de cervezas en l postdata y eso fue,sin duda, uno de los puntos más negros del electric. Se está poniendo de moda en los festival poner por las nubes el precio de la bebida, fomentando aun más el boteyón (que yo hice e hizo mxa gente) que suele hacerse en la entrada del recinto. 8 euros por un mini de cerveza o 3 por una caña es un robo a mano armada.
ResponderEliminarAlvarín: no es una moda, es un atraco que se produce ya desde hace más de una década.
ResponderEliminarUna medida que incentiva el botellón, totalmente de acuerdo. Que las litronas están a un euro en el super...
ResponderEliminarEdu: es uno de los múltiples abusos que se hacen en los conciertos de música, pero... Mientras que la gente siga aguantando. Yo soy de los que reconozco abiertamente que suelo hacer botellona en casi todos los conciertos que voy, pero lo cierto es que también suelo pasar por caja dentro del concierto.
ResponderEliminaryo en el viña y el otro día hice lo mismo,y cm vaya con dinero y "calentito",peor aún. aún así, lo del sábado me pareció aún más atraco que de costumbre y sólo me compré una cañita. en fin, a hacer boteyon y ya esta
ResponderEliminarPues Alvarín, te recomiendo que no vayas a un concierto de un grupo internacional en alguno de los polis de Madrid.
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