Kenia me permite subir a este espacio un texto que una noche del pasado me escribió. Yo espero que este no sea el único texto que Kenia me deje subir. Y que los que tengo no sean los últimos que me escriba. Gracias, Kenia. Por cervezas e ilusiones.
De una hoja de un libro que no fue mío...
Se caen las flechas que señalan el donde, se derrama el sudor por el mantel, por las horas escondidas en el segundo cajón. Espera dormida de los ratos violados, de las causas con prisas, de los silencios con dueños de cárceles grises. Blancos de cielos que iluminan al reloj que camina para la izquierda. Para el rail que guarda sus lagartijas debajo. Es imposible que una hormiga pueda sola con el mar, con la suela del zapato que pisa. Tu recuerdo, universo de preguntas que buscan miradas, sin saber donde están los palacios sin jardín. Columpios de sueños que bailan bajo la eterna sonrisa, del ritmo de las canciones que nunca se hicieron, del paso de los vagabundos que mendigan libertades, de la libertad que sólo busca una boca, un silencio falso de fe, de espera de la puerta oscura que conduce a la luz, de la llave que abre laberintos. Cenizas mal apagadas que derraman sangre que ya no quiere dormir, como morir un instante, como no querer pintar el cielo por no saber de que color, como si la huella no llevara el nombre de nadie, como si nadie aprendiera a ser feliz…
Kenia.
PD: Pero un día conoció a una niña, siempre sonriendo.
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De una hoja de un libro que no fue mío... Y de un día que tampoco lo fue.
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