(Título de la foto: Naturaleza encarcelada)
Os dejo un relato que me envía Álvaro. Gracias, Álvaro. A mi me ha encantado, espero que a vosotros también.
Flor de más de un día
Había bebido bastante. Cuando estaba con ella lo hacía igual, aunque de una forma y con unos objetivos distintos. Tampoco cuando bebía olvidaba porque también la tenía presente las numerosas ocasiones en las que rozaba el coma etílico. Por aquellos días, como en muchos de los anteriores desde que lo habían dejado, disfrutaba de algunos placeres de la vida. Desfasaba y se evadía por momentos. Era feliz a ratitos.
Entendía eso de que era inevitable e insensato confiar el cesto de su felicidad suprema a una sola persona. Quizá lo entendió y entenderá siempre pero seguramente volverá a hacerlo de igual modo. Con ella o con la próxima.
Desde que lo dejaron, estiraba la vida al máximo. Los pocos ratos que estaba en casa los ocupaba en dormir, comer y en el ordenador. Los videojuegos, las webs de periódicos deportivos y chatear eran sus ocupaciones domésticas. Hablar por Internet y por mensajes de textos con chicas le resultaba mucho más sencillo. Así en su momento empezó a conquistarla.
Fuera del hogar, donde las continuas disputas –vaya eufemismo gordo- con sus padres hacían imposible la convivencia, desarrollaba su vida. Compartía pandilla con su hermano, con el que estaba muy unido. Siempre se defendían el uno al otro. Amigos, fútbol, universidad y sus efímeros empleos temporales ocupaban su tiempo.
En ese mismo orden colocaría sus prioridades vitales. La amistad era fundamental para él. Tenía muchos conocidos y coleguillas, dos grandes amigos y un alma gemela, con sus mismos problemas. Todos del mismo sexo porque para las damas tenía otra cosa: lo que ellas decidieran. Entre chicos era conocido su carácter indomable, incorruptible y dominador. Con las mujeres, lo supieran ellas o no, era un muñeco. Servicial y sólo observador de todo lo que tuvieran entre el cuello y las rodillas.
No era machista aunque sólo pensase con lo que vosotros pensáis que pensaba. Antes no era así, en la forma de pensar digo. Tenía amigas. Y no es que desde la ruptura hubiese perdido la fe en las buenas mujeres y todas esas cosas que muchos dicen, simplemente perdió el contacto con ellas. Se ennoviaron y después lo fueron dejando, igual que él. Aunque ahora no lo viera, en su subconsciente todavía creía en la amistad entre personas que sexualmente se pudieran sentir atraídas. Rollos esporádicos aparte. Que en eso también creía. Y mucho más que en lo anterior en esos momentos. Dudaba qué parte tenía más presente cuando llamaba a esas viejas amistades que tan espléndidamente llevaban faldas cortas y tacones. Lo malo de aquellas tardes de cerveza y de tintos en verano es que todas terminaron con los llantos de Paula, Claudia, Esther y de un corto etcétera. -No puedo acordarme de todo-. Detallaban entre pucheros lo malos que habían sido sus ex y lo bueno que era él. El asunto se zanjaba con cada mochuelo en su olivo y con él masturbándose, perdido en la fantasía de lo que ni pudo y al final, por supuesto, no fue. Las mujeres y sus kleenex.
Sobresalía en imaginación y suspendía en valentía. Era una de las cosas que ella le había quitado, además de la autoestima. Hasta le obligó, eso sí, sin querer directamente y de soslayo, a cambiar de canción preferida. “Alas rotas” de Xhelazz sustituyó al tema que se sabía de memoria desde hace años, que le hizo tragarse un bodrio de película por aparecer unas frases en la introducción del mismo. Más carismática se volvió aún cuando el primer beso con Sara, después de unos calis, fuera en un concierto de Doble V. “Entiende que me cueste volver a creer en mi mismo”, repetía a todo el que le quisiera escuchar en sus noches de borrachera.
Y así llevaba más de año y medio, dando tumbos. Sin embargo entre sus amigos últimamente estaba germinando la esperanza, pero también el recelo. Desde hace un mes, más o menos, había dejado de tirar de su agenda de mujeres. Por otro lado, sus notas en la universidad pegaron una subida significativa y en los terrenos de juego volvía a ser el de antaño: un cazagoles implacable. El equipo empezó nuevamente a ganar partidos y él, en cada tanto que anotaba, lo celebraba dando un beso a una flor que simulaba dibujar en el aire. -Recordad que tenía mucha imaginación-. Sus compañeros sabían de la metáfora porque él se la había explicado a todos en los bancos de madera que hacían de vestuario. Lo que nunca quiso contar era el por qué de aquella conducta.
- Sigue fumando eso campeón, - le decía a carcajada limpia su hermano, que pensaba que hacía referencia a la hoja de marihuana – que mientras no haya controles, continuaremos ganando.
Él solo sonrió a medias.
Bueno, acabas de leer lo que te prohibí cuando te dije que no entraras antes de ayer a la habitación, cabrón. Sé que no lo leíste entero. Ahora ya me da igual. No lo interpretes de ninguna forma, no quiere decir nada. Has leído todo lo que he escrito, incluso las cartas mías con Sara. Aquello lo superamos juntos, pero yo nunca he sido tan fuerte como tú.
Cuando leas esto yo ya no estaré aquí. Fijo que le sacas todos los putos defectos, como siempre. No sé por qué me ha salido así de sensiblero y de pijo.
No estaré en ningún sitio, que tú ya sabes que no creo en las gilipolleces estas de que hay vida después de la muerte. Ayer no sé cómo sobreviviste a tanta ostia de papá. Perdóname por no verte salir del hospital. Seguro que tendrás visitas interesantes.
No lo soporto más. Ver así a mi único pilar de la casa me ha hecho derrumbarme del todo. Sé que no harás como yo, que soy un puto cobarde. Adiós.
PD: Joder, al final después de tanta gilipollez no lo digo. Rosa me dejó el domingo. Ya sabes que estábamos en una época jodida pero yo que sé, no me lo esperaba. Lleva como tres semanas con alguien. Hace unas horas me enteré quién era...
A miércoles, tú sabes de que día, mes y año.
Sigue celebrando los goles así. Y hazla feliz.
Álvaro.
PD: Sé que la foto no pega con el relato, pero es que la he hecho esta mañana y me ha gustado mucho...
PD2: Del relato de Álvaro: "La amistad era fundamental para él".
Os dejo un relato que me envía Álvaro. Gracias, Álvaro. A mi me ha encantado, espero que a vosotros también.
Flor de más de un día
Había bebido bastante. Cuando estaba con ella lo hacía igual, aunque de una forma y con unos objetivos distintos. Tampoco cuando bebía olvidaba porque también la tenía presente las numerosas ocasiones en las que rozaba el coma etílico. Por aquellos días, como en muchos de los anteriores desde que lo habían dejado, disfrutaba de algunos placeres de la vida. Desfasaba y se evadía por momentos. Era feliz a ratitos.
Entendía eso de que era inevitable e insensato confiar el cesto de su felicidad suprema a una sola persona. Quizá lo entendió y entenderá siempre pero seguramente volverá a hacerlo de igual modo. Con ella o con la próxima.
Desde que lo dejaron, estiraba la vida al máximo. Los pocos ratos que estaba en casa los ocupaba en dormir, comer y en el ordenador. Los videojuegos, las webs de periódicos deportivos y chatear eran sus ocupaciones domésticas. Hablar por Internet y por mensajes de textos con chicas le resultaba mucho más sencillo. Así en su momento empezó a conquistarla.
Fuera del hogar, donde las continuas disputas –vaya eufemismo gordo- con sus padres hacían imposible la convivencia, desarrollaba su vida. Compartía pandilla con su hermano, con el que estaba muy unido. Siempre se defendían el uno al otro. Amigos, fútbol, universidad y sus efímeros empleos temporales ocupaban su tiempo.
En ese mismo orden colocaría sus prioridades vitales. La amistad era fundamental para él. Tenía muchos conocidos y coleguillas, dos grandes amigos y un alma gemela, con sus mismos problemas. Todos del mismo sexo porque para las damas tenía otra cosa: lo que ellas decidieran. Entre chicos era conocido su carácter indomable, incorruptible y dominador. Con las mujeres, lo supieran ellas o no, era un muñeco. Servicial y sólo observador de todo lo que tuvieran entre el cuello y las rodillas.
No era machista aunque sólo pensase con lo que vosotros pensáis que pensaba. Antes no era así, en la forma de pensar digo. Tenía amigas. Y no es que desde la ruptura hubiese perdido la fe en las buenas mujeres y todas esas cosas que muchos dicen, simplemente perdió el contacto con ellas. Se ennoviaron y después lo fueron dejando, igual que él. Aunque ahora no lo viera, en su subconsciente todavía creía en la amistad entre personas que sexualmente se pudieran sentir atraídas. Rollos esporádicos aparte. Que en eso también creía. Y mucho más que en lo anterior en esos momentos. Dudaba qué parte tenía más presente cuando llamaba a esas viejas amistades que tan espléndidamente llevaban faldas cortas y tacones. Lo malo de aquellas tardes de cerveza y de tintos en verano es que todas terminaron con los llantos de Paula, Claudia, Esther y de un corto etcétera. -No puedo acordarme de todo-. Detallaban entre pucheros lo malos que habían sido sus ex y lo bueno que era él. El asunto se zanjaba con cada mochuelo en su olivo y con él masturbándose, perdido en la fantasía de lo que ni pudo y al final, por supuesto, no fue. Las mujeres y sus kleenex.
Sobresalía en imaginación y suspendía en valentía. Era una de las cosas que ella le había quitado, además de la autoestima. Hasta le obligó, eso sí, sin querer directamente y de soslayo, a cambiar de canción preferida. “Alas rotas” de Xhelazz sustituyó al tema que se sabía de memoria desde hace años, que le hizo tragarse un bodrio de película por aparecer unas frases en la introducción del mismo. Más carismática se volvió aún cuando el primer beso con Sara, después de unos calis, fuera en un concierto de Doble V. “Entiende que me cueste volver a creer en mi mismo”, repetía a todo el que le quisiera escuchar en sus noches de borrachera.
Y así llevaba más de año y medio, dando tumbos. Sin embargo entre sus amigos últimamente estaba germinando la esperanza, pero también el recelo. Desde hace un mes, más o menos, había dejado de tirar de su agenda de mujeres. Por otro lado, sus notas en la universidad pegaron una subida significativa y en los terrenos de juego volvía a ser el de antaño: un cazagoles implacable. El equipo empezó nuevamente a ganar partidos y él, en cada tanto que anotaba, lo celebraba dando un beso a una flor que simulaba dibujar en el aire. -Recordad que tenía mucha imaginación-. Sus compañeros sabían de la metáfora porque él se la había explicado a todos en los bancos de madera que hacían de vestuario. Lo que nunca quiso contar era el por qué de aquella conducta.
- Sigue fumando eso campeón, - le decía a carcajada limpia su hermano, que pensaba que hacía referencia a la hoja de marihuana – que mientras no haya controles, continuaremos ganando.
Él solo sonrió a medias.
Bueno, acabas de leer lo que te prohibí cuando te dije que no entraras antes de ayer a la habitación, cabrón. Sé que no lo leíste entero. Ahora ya me da igual. No lo interpretes de ninguna forma, no quiere decir nada. Has leído todo lo que he escrito, incluso las cartas mías con Sara. Aquello lo superamos juntos, pero yo nunca he sido tan fuerte como tú.
Cuando leas esto yo ya no estaré aquí. Fijo que le sacas todos los putos defectos, como siempre. No sé por qué me ha salido así de sensiblero y de pijo.
No estaré en ningún sitio, que tú ya sabes que no creo en las gilipolleces estas de que hay vida después de la muerte. Ayer no sé cómo sobreviviste a tanta ostia de papá. Perdóname por no verte salir del hospital. Seguro que tendrás visitas interesantes.
No lo soporto más. Ver así a mi único pilar de la casa me ha hecho derrumbarme del todo. Sé que no harás como yo, que soy un puto cobarde. Adiós.
PD: Joder, al final después de tanta gilipollez no lo digo. Rosa me dejó el domingo. Ya sabes que estábamos en una época jodida pero yo que sé, no me lo esperaba. Lleva como tres semanas con alguien. Hace unas horas me enteré quién era...
A miércoles, tú sabes de que día, mes y año.
Sigue celebrando los goles así. Y hazla feliz.
Álvaro.
PD: Sé que la foto no pega con el relato, pero es que la he hecho esta mañana y me ha gustado mucho...
PD2: Del relato de Álvaro: "La amistad era fundamental para él".
Me gusta mucho el relato, pero no veo el lado happysta por ninguna parte... jajaja...
ResponderEliminarUn happysta cómo tú no ve el lado happysta? pues créeme que al final lo hay, como ayer mismo me confirmó el autor, el rencor también acaba enterrado. Y porque el personaje lo hace voluntariamente. ¿Acaso eso no es happysta?
ResponderEliminarPD del relato de Álvaro: Sobresalía en imaginación y suspendía en valentía
Enhorabuena, Alvarín.
Ya veréis este finde !!! aunque no trabaje habrá que hacer una visita.
ResponderEliminarLa soledad y tristeza tiene su vena Happysta !!
Estoy alucinado. No soy un gran lector, no entiendo como para calificar los textos que leo. Solo me entusiaman, tienen ese punto de oscuridad, de luz tamizada que te permiten imaginar la situación de una forma velada. Yo tampoco veo el lado "happysta" (vaya palabra que os habéis inventado), pero me parece excepcional. Gracias, Álvaro, quien quiera que seas.
ResponderEliminarA Edu y a Torni: Vale, reconozco que la frase final puede encajar dentro del happysmo... Pero el texto no lo es... Como soy happy, me quedo con el final...
ResponderEliminarA Dani: Álvaro es un prometedor periodista rebosante de talento... A mi me pasa lo mismo que a ti con los textos que sube la gente...