Botellón

Os dejo un nuevo artículo del Coronel Kilgore, esta vez centrado en la reciente ordenanza 'anti-botellón' aprobada por el Ayuntamiento de Guadalajara. Gracias, Coronel.

Botellón


La ordenanza municipal recientemente entrada en vigor, conocida entre el vulgo como “antibotellón” aunque los poderes públicos –siempre tan escasamente elocuentes- la hayan bautizado con no sé qué rimbombante nombre en el que aparece –cómo no- la palabra convivencia (y no sé si la palabra “familia”, favorita del PP) viene a poner orden al caos: fallecido el can, conclusión de la enfermedad contagiosa que porta, que diría el consistorio capitalino arriacense en su lenguaje encriptado sólo comprensible en Langley (Virginia).

La juventud, perversa siempre, venía adoptando de unos años a esta parte la ignominiosa costumbre de exhibir públicamente lo que debe hacer en privado, de imitar a sus mayores sentados en un banco al raso. Tal intolerable lectura del mimetismo entre seres de la misma especie aunque distintas edades obtiene ahora justa correspondencia en esta prohibitiva norma municipal. Bien sabe Dios que he querido imprimir otro tono a esta colaboración, empero el elogio de la ironía de mi estimado Deejay de las letras, maestro de ceremonias de este botellón articular, me inspira en su más reciente aportación literaria que me deslice por un divagar distinto, tambalearme en la parte oculta en lugar de concentrarme en lo sustancial del caso, o sea, la norma en sí, tan… ¿líquida?

De hecho, yo he leído así la ordenanza:

Para los románicos padres de la ciudad, henchidos de necesidad de alimento electoral en forma de Ley y Orden, esta cuestión viene a salvaguardar la defensa del buen vivir ciudadano. En la sociedad organizada y adulta estamos perfectamente de acuerdo. Mejor dicho, ferpectamente de acuerdo si nos atenemos a nuestro pasado. Y así lo decimos aunque sabemos que la parte sustantiva de la ordenanza soslaya que el joven, ese ser cuya brutal costumbre por la ingesta y el trajín lúdico y fornicatorio o fornicante jamás pareció inocular a nuestro amado regidor y sus munícipes, ha ido optando por semejante fórmula de jaranear en directa trayectoria experimentada por el emolumento demandado en local creado ad hoc para el propósito natural que nos ocupa en esta la redacción de la norma.

Ante la imposibilidad de invertir la trayectoria pecuniaria del proceso de obtención de la ingesta, resultaba palmaria la tendencia del postadolescente y el humus prematurus a la búsqueda. A la búsqueda de espacios de apareamiento verbal, y coital llegado el caso, sub firmamentales, (léase “la puta calle”).

Frente a tan misteriosa evolución socioeconómica cabían dos alternativas:

1.- Dótese a la especie, creciente en volumen y costumbre, de recintos donde la práctica dimanante de la conducta observada resulte de la menor molestia pública, justamente salubre y escasamente peligrosa o lesiva para terceros. Búsquense estos lugares y acótense para la abominable práctica, excluyendo cuidadosamente y con la debida discreción a los seres con edades inadecuadas para la ingesta etílica o de otras sustancias psicotrópicas o animantes.

2.- Córtese de raíz la práctica por insalubre, nociva, peligrosa y socialmente abyecta.

Del estudio de las alternativas propuestas, y ante el reconocimiento explícito de la realidad circundante que supondría el hecho de decantarse por la primera opción, elíjase la segunda y procédase al fusilamiento de sus incumplidores.

Por guarros.

He dicho.

Contra este artículo cabe interposición de recurso por la vía contencioso-administrativa ante el TSJ de Castilla-La Mancha en un plazo de 15 días naturales a partir de su fecha de publicación.

Coronel Kilgore.

PD: Del Coronel: "La juventud, perversa siempre".