Se dijo a sí mismo que tendría que morrear a la próxima chica que manchara de carmín su cigarrillo light. Una chica alta, morena, de mirada profunda y pestañas interminables. Unos labios rojos, gruesos, llenos de rajas por el viento a cero grados. De esas que respiran al andar, que mueven sus tacones al ritmo de la elegancia. Con un vestido vintage y un recogido de pelo de cualquier década pasada, siempre que no fuera de los ochenta. De esas que se ponen sujetadores negros debajo de su traje de gasa y bragas de puntilla blanca con un lacito a modo de invitación. Siempre con pendientes de cristales en forma de margarita.
Chicas que olían a flores que dejaron de existir en el siglo XIX. Cuando Oriente era lejano y el mundo no era la mierda que nos ha tocado vivir. Mujeres que bajaban por escaleras de caracol y se ponían pañuelos de seda mientras cruzaban las piernas en descapotables rojos. Damas que se sentaban encima de la mesa y brindaban con un caro champagne francés bajo la luz de una vieja lámpara de techo de la época colonial.
Mujeres que eran sueños imposibles. Con nombre compuesto y apellido europeo. De las que te enamorabas antes si quiera que abrieran la boca. Que parecían fotogramas de películas en blanco y negro, y cines al aire libre. Que se sentaban sobre la hierba con las rodillas juntas y el rocío en las manos. Que sonreían para enseñar una hilera de dientes blancos y perfectos.
Se juró a sí mismo que morrearía a la próxima chica que manchara de carmín su cigarrillo light. A la primera que le arqueara la ceja, que se le insinuara con la mirada. A la primera que le robara el pensamiento.
- ¿Por qué sangras? –le preguntó una menuda chica rubia con pantalones y corbata–
- No es sangre –contestó–, es el carmín de tus labios en tu cigarrillo light.
Kip.
PD: La fotografía es un detalle de un reportaje que hizo la actriz Anne Hathaway para la revista Vogue.
PD2: Del periodista Iñako Díaz-Guerra: "Superadas las ínfulas revolucionarias de la adolescencia descubrí que sí, que era marxista, pero de Groucho, no de Karl".
Chicas que olían a flores que dejaron de existir en el siglo XIX. Cuando Oriente era lejano y el mundo no era la mierda que nos ha tocado vivir. Mujeres que bajaban por escaleras de caracol y se ponían pañuelos de seda mientras cruzaban las piernas en descapotables rojos. Damas que se sentaban encima de la mesa y brindaban con un caro champagne francés bajo la luz de una vieja lámpara de techo de la época colonial.
Mujeres que eran sueños imposibles. Con nombre compuesto y apellido europeo. De las que te enamorabas antes si quiera que abrieran la boca. Que parecían fotogramas de películas en blanco y negro, y cines al aire libre. Que se sentaban sobre la hierba con las rodillas juntas y el rocío en las manos. Que sonreían para enseñar una hilera de dientes blancos y perfectos.
Se juró a sí mismo que morrearía a la próxima chica que manchara de carmín su cigarrillo light. A la primera que le arqueara la ceja, que se le insinuara con la mirada. A la primera que le robara el pensamiento.
- ¿Por qué sangras? –le preguntó una menuda chica rubia con pantalones y corbata–
- No es sangre –contestó–, es el carmín de tus labios en tu cigarrillo light.
Kip.
PD: La fotografía es un detalle de un reportaje que hizo la actriz Anne Hathaway para la revista Vogue.
PD2: Del periodista Iñako Díaz-Guerra: "Superadas las ínfulas revolucionarias de la adolescencia descubrí que sí, que era marxista, pero de Groucho, no de Karl".
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