Él bien lo sabía

(Foto: Eduardo Rodrigo)

Os dejo un relato que me ha enviado Álvaro (gracias):

Cada vez que la miraba a los ojos sentía algo. Mucho, la verdad. Le sucedía con pocas personas ahora mismo. Llevaba un tiempo pensando en la idea –tenía que haberse dado cuenta antes- de cómo a través de la cara a la que estás prestando atención, si te fijas donde debes, nacerá una conexión que te permitirá ahondar en sus sentimientos. Ya sea con la sonrisa sugerente que precede a los besos nocturnos o percibiendo la tristeza de unos ojos verdes apagados.

Y él últimamente, cada vez que la miraba, sentía la tristeza de sus pupilas y la impotencia interna de no ser consuelo necesario. Él, que no pasaba por su mejor momento personal tampoco, intentaba hacer lo máximo posible por esa chica a la que adoraba. Por la que haría cualquier cosa, lo que estuviera en su mano.

Quisquilloso a veces con las palabras, no creía que adorar y querer fueran lo mismo. Adorar es, sin duda, un paso más. Si en el mundo se quiere a un número relativamente amplio de personas, el aura de especiales, sobre todo eso, especiales, e insustituibles no se cuelga sobre todas ellas. Ahí es donde se dibuja la diferencia. Aunque no sea mutuo, aunque haya gente que racionalmente lo merezca más. Eso aquí no cuenta. Lo son porque transmiten y emocionan sin que medien las palabras. Porque hacen mucho más imborrables los buenos ratos y olvidables los malos. Porque son lo más parecido a un fogonazo, a una chispa, a una conexión mágica. A lo irrefrenable que apetece haber sentido –y hacer sentir-.

Pero lo que él sintiese aquí no es lo más importante. Lo fundamental es ella. Siempre son ellas, deben serlo, las que completan la felicidad en esta cosa llamada vida. A ella, que tiene una estatura femenina casi estándar, la llaman bajita. Ella es guapa y por tanto está guapa siempre. Y él siempre defenderá que mejor cuanto más natural. No necesita ser despampanante para ser preciosa. Tiene el punto de inocencia que todas debían poseer. Sus bailes son sensualmente graciosos. Está llena de unas inseguridades que se harían más pequeñas si las viese desde más lejos. Ciertos empanamientos y olvidos la pueden hacer parecer algo más distante. Es dulce y mimosa. Se hace querer.

A él, con todo eso, si le pidieran un sólo adjetivo para describirla diría cariñosa. Otros quizá digan otra cosa. Él tenía la suerte de que esos largos abrazos y los besos que se alejaban de lo protocolario hicieran más fuerte el vínculo que los unía. Y las historias compartidas de “episodios de retraso”, caídas, regalos, llamadas telefónicas y e-mails veraniegos. Entre otras cosas. Como los engaños en muchas vueltas a casa, como algunos malos momentos, como las noches de películas.

Pero todo en conjunto, por lo bonito de lo vivido, ha merecido la pena. Porque ella merece la pena… Él bien lo sabía.

Álvaro.

PD: Fotón de Edu con algunos de los miembros del Siglo XXI... Alvarín es el segundo por la izquierda...
PD2: De Álvaro: "Está llena de unas inseguridades que se harían más pequeñas si las viese desde más lejos".