Kilómetro 7

- Sólo hazme reír.

Lo dijo con una mirada en la que mezclaba tranquilidad, felicidad y sinceridad. Como si de un arrebato hubiera decidido plantarle cara a los agobios y demostrar a toda la humanidad que con voluntad todo es posible. Absolutamente todo.

Fue un grito desesperado de reafirmación. La más hermosa letanía que han repetido durante más de un siglo todos aquellos trabajadores que han salido a la calle para protestar por un mundo injusto desde su concepción. Bueno, no; más bien desde que los tecnócratas y la burocracia se encargara de joder lo adecuado con sus sistemas económicos y su sociedad de confrontación. Yo gano, tú pierdes. Jodido mundo individualizado para siempre.

Pero a él le daba igual. Porque hubiera sacado hasta el chiste más tonto de su chistera de chistes tontos para poder haberse reído. Lo primero de sí mismo, faltaría más. Porque el que no sabe reírse de sí mismo está jodido en una sociedad que basa su aceptación en reírse de los demás. Aunque, en ese instante, ni siquiera hubiera necesitado rebuscar los gracejos que se le pierden entre sus dientes y sus mordiscos, entre dos cuerpos que pierden la orientación y se sienten felices.

Porque él supo perderse en el punto kilométrico siete de esas carreteras inolvidables en las que el mundo no existe y se descubren paisajes tan bonitos que ni siquiera las antenas de la modernidad pueden afear. Porque él, por nada del mundo, hubiera dejado de reír en ese momento. Extraño y divertido. Inolvidable, seguro.

Kip.

PD: Suerte. Y ánimo. Todo es posible con voluntad y tú puedes con todo.
PD2: De Kip: "De esas carreteras inolvidables en las que el mundo no existe".