(Foto: http://www.uah.es/)
Ella se inclinaba hacia la derecha y ponía su cabeza en el respaldo mientras él la leía cuentos. Él se quedaba sin voz e interrumpía su respiración cuando recitaba palabras de corrido. La miraba de reojo y veía una media sonrisa en una cara de tranquilidad absoluta. Estaba a gusto. Se notaba que estaban a gusto.
Él tenía que girar la cara cuando la besaba, porque ella le miraba fijamente. Sus ojos directos a sus ojos. La vergüenza de alguien que se sentía ridículo por estar todavía impresionado, mudo, tras recibir una sorpresa. En aquel camino oscuro de árboles gigantes y cagadas de perros. Donde había casas antiguas con grandes balconadas y poco antes de ver dúplex en los que tienes que construir una ventana en una habitación vacía para poder disfrutar de la luminosidad del sol.
No esperaba la sorpresa. Tampoco la necesitaba. Pero le hacía ilusión. Porque le hacía ilusión ver que los detalles son imperecederos. Y que las sonrisas son el mejor remedio para combatir la angustia. Que la tranquilidad es la cura acertada para la enfermedad. Y que los silencios se sellan con besos acompasados.
Era consciente de que no sabría darle las gracias, sino fuera rellenando papeles de cuadernos que se dejan en parabrisas de coches aparcados en la calle. Era consciente de que ella nunca le tenía que pedir perdón. Sólo tenían que sellar el silencio con besos acompasados.
Kip.
PD: De Kip: "Pero le hacía ilusión".
Ella se inclinaba hacia la derecha y ponía su cabeza en el respaldo mientras él la leía cuentos. Él se quedaba sin voz e interrumpía su respiración cuando recitaba palabras de corrido. La miraba de reojo y veía una media sonrisa en una cara de tranquilidad absoluta. Estaba a gusto. Se notaba que estaban a gusto.
Él tenía que girar la cara cuando la besaba, porque ella le miraba fijamente. Sus ojos directos a sus ojos. La vergüenza de alguien que se sentía ridículo por estar todavía impresionado, mudo, tras recibir una sorpresa. En aquel camino oscuro de árboles gigantes y cagadas de perros. Donde había casas antiguas con grandes balconadas y poco antes de ver dúplex en los que tienes que construir una ventana en una habitación vacía para poder disfrutar de la luminosidad del sol.
No esperaba la sorpresa. Tampoco la necesitaba. Pero le hacía ilusión. Porque le hacía ilusión ver que los detalles son imperecederos. Y que las sonrisas son el mejor remedio para combatir la angustia. Que la tranquilidad es la cura acertada para la enfermedad. Y que los silencios se sellan con besos acompasados.
Era consciente de que no sabría darle las gracias, sino fuera rellenando papeles de cuadernos que se dejan en parabrisas de coches aparcados en la calle. Era consciente de que ella nunca le tenía que pedir perdón. Sólo tenían que sellar el silencio con besos acompasados.
Kip.
PD: De Kip: "Pero le hacía ilusión".
Sencillamente me ha encantado...Me alegro que Kip no haya desaparecido y siga deleitandonos con estos relatos. Así da gusto empezar la mañana...
ResponderEliminarSobre todo si ha habido cuentos al finalizar el día anterior...
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